sábado, 24 de julio de 2010

“Mis diferencias con Toledo son abismales ”

“Mis diferencias con Toledo son abismales ”

Entrevista/Miguel Hilario Escobar. Doctor en Antropología, el aspirante shipibo a la Presidencia del Perú dice que es posible transformar el país hasta niveles propios del primer mundo.
Elízabeth Prado.

Doctor Hilario, su historia es similar a la de Alejandro Toledo, se graduó en Estados Unidos y también se casó con una extranjera. ¿Qué lo diferencia de él?

Ambos tenemos la convicción de creer que sí es posible transformar el Perú pero nos diferencian aspectos abismales como que yo soy shipibo-conibo, hablo mi idioma perfectamente y él es descendiente de andinos pero no habla quechua. Además mi partido busca no solo el desarrollo del país sino una transformación que no se mida solo por el crecimiento del Producto Bruto Interno.

¿Dónde estuvo viviendo antes de dar a conocer su aspiración de ser presidente del Perú?

Desde que me fui a Estados Unidos en 1990 vine constantemente al Perú y también viví aquí cuando trabajé en la Comisión Nacional de Pueblos Amazónicos durante la administración de Alejandro Toledo. Desde el año pasado resido en el Perú, inclusive mi DNI es de Pucallpa.

¿Cómo encuentra la situación de los pueblos indígenas?
Es triste, el Estado no toma en cuenta los derechos consuetudinarios y colectivos de estos pueblos. Es necesario ejecutar una política democrática inclusiva que respete sus derechos y tengan acceso al desarrollo mediante una fuerte inversión en educación. Así pasaremos de ser un país subdesarrollado a ser uno del primer mundo.

¿No cree que le está ganando el entusiasmo?
No se logra en cinco años pero hay que colocar la semilla. Cuando nací tuve cero de probabilidad de vivir porque nací en una canoa cuando mi madre se dirigía a un centro de salud. Tuve cero de probabilidad de aprender el español, el inglés, un poco de ruso, y cero de probabilidades de estudiar en Oxford, en Stanford, pero lo logré y por eso creo que es posible transformar el Perú en un país del primer mundo.

¿Su plan de desarrollo para las comunidades amazónicas es similar al de Hernando de Soto?

Nosotros queremos que sean dueños de albergues turísticos que les generen sus propios recursos. El señor Hernando de Soto ha hecho un injerto de modelo económico que cree que la propiedad privada es el camino para el desarrollo de las comunidades, pero este tipo de injerto no funcionará. Frente a la globalización económica, política y cultural debe haber un método para que los nativos preserven su cultura, su idioma, su comunidad, su territorio; aunque también deberán entender el otro mundo, y eso se logra con la educación.

“Entregaremos títulos a todas las comunidades”

¿Cuál va a ser el tratamiento que les va a dar a los conflictos mineros y petroleros en la selva?

No podemos cortar los contratos suscritos por el Estado con las empresas existentes porque eso nos llevaría a un caos legal y constitucional. Lo que vamos a hacer es titular a todas las comunidades indígenas y campesinas. También es importante retomar los dos artículos borrados por el gobierno de Fujimori que decían que las tierras indígenas eran inalienables e inembargables, ahora solo se dice que son imprescriptibles. Y luego una política medioambiental sólida.

Usted creó el Indepa, pero hoy es una institución débil.

Era un organismo público que tenía nivel ministerial pero este gobierno lo ha tumbado. En mi gobierno lo convertiremos en ministerio de Pueblos Indígenas.



AUGUSTO: UN OUTSIDER SHIPIBO-CONIBO


Un outsider shipibo-conibo


El lanzamiento de la candidatura de Miguel Hilario Escobar podría ser una anécdota más de esta campaña presidencial que recién empieza, pues se trata de lo que se suele conocer como un ‘perfecto desconocido’, pero la aparición casi cada semana de alguien ‘nuevo’ que asoma con la pretensión de desafiar al elenco estable de los cuatro del pelotón delantero –los mismos desde hace años– contribuye a no enterrar definitivamente la ilusión del outsider 2011.
Algunas características personales de Hilario le otorgan un atractivo especial a su candidatura: ser un nativo de la etnia shipibo-conibo de Ucayali que se declara de centro y con la intención de desarrollar el país mediante el impulso de la educación, la salud y la modernización del Estado, y con una combinación de la inversión privada con la pública.
Además, por lo que escuché de su conferencia de prensa en la que anteayer lanzó su candidatura por un flamante Partido Pluralista del Perú –cuya sigla sería, intuyo, PPP–, Hilario expone sus ideas con claridad, cordialidad, buenas maneras y mucho más articulación que el promedio de los políticos peruanos de la –debe reconocerse, sin embargo– alicaída vitrina actual.
Hilario posee una experiencia burocrática en agencias de gobierno vinculadas a los pueblos andinos y amazónicos y –¡ah!, olvidaba– declara poseer un doctorado de Stanford, universidad que no regala estos grados. Es, entonces, que surge la comparación con un ‘ex outsider’ exitoso como Alejandro Toledo, otro graduado de la misma universidad y con facha indígena aunque sea más cosmopolita que Pedro Pablo Kuczynski.

¿Puede ser Hilario el outsider 2011 que, con actitud de Augusto Ferrando, muchos quieren encontrar para luego proclamar que ‘¡yo lo descubrí!’? Estas cosas siempre son de predicción compleja pero, al menos, los números indican que ‘al fondo podría haber sitio’ pues, según Ipsos-Apoyo, el 48% de la población quisiera que surja una nueva opción presidencial.

Hilario es el más ‘outsider’ de todos los espontáneos que se han lanzado a la arena electoral hasta ahora, incluyendo a Jaime Bayly –sin duda, el mejor ubicado–, PPK, Yehude Simon, Edwin Donayre, Mercedes Aráoz y Javier Villa Stein, entre varios otros ‘locos’ –porque hay que serlo un poco para lanzarse a estas cosas– con ganas de sentarse en el mejor sillón de Palacio de Gobierno desde julio del próximo año.
Lo que no es muy claro es si ser el ‘más outsider’ de todos será, en una competencia electoral como la del año 2011, una ventaja o una desventaja, lo cual dependerá, en parte, de si la asistencia a nuestro gran teatro político nacional se acaba cansando –o no– del elenco estable.

Por: Augusto Álvarez Rodrich